Eran esos días cuando el internet aún no llegaba a todos los hogares, para ver los goles del fútbol mundial tenías que esperar al programa deportivo del domingo. Ahí te enterabas quienes eran los cracks del momento y veías flashazos de vídeo de sus mejores goles o jugadas.
Esos tiempos en el que para tener una foto de tu jugador favorito tenías que ir al puesto de revista cada mes y comprar una deportiva, buscar entre las hojas a tu ídolo, recortarlo y pegarlo en la pared. Hoy te vas directo al buscador de tu navegador web, escribes el nombre de alguien y descargas entre miles de opciones la imagen que te guste para ponerlo de fondo de pantalla.
Yo era un coleccionista de recortes, un niño que ahorraba una moneda al día para comprar revistas de fútbol. Así, un verano llegó un ejemplar irresistible.
“Edición Especial de Pósters, 100 Cracks de Todos los Tiempos”,
un poco más cara de lo habitual pero sin duda que sería la compra del año.
Ya en mis manos arranqué el plástico, quité las grapas y empecé a ver hoja por hoja. Un crack elimina a otro. Beckham de un lado y Shevchenko del otro, elegí al galáctico. Cristiano Ronaldo era el crack emergente y tenía un espacio seguro en mi pared, la foto impactante gritando un gol sosteniendo el jersey con en el puño derecho y los brazos extendidos, torso desnudo, cabello con mechones rubios y en las orejas un par de aretes tapados con cinta quirúrgica.
Tenía que seguir eligiendo, un crack tapaba otro crack, la vida es tomar decisiones. Elegía por admiración o mayor afinidad al equipo. Así se fue llenando la pared hasta llegar al póster más grande. De un lado Maradona y del otro Pelé. Si fuera argentino o brasileño la decisión hubiera sido fácil, no vi jugar a ninguno, pero sus hazañas llegaron a mis oídos por historias que contaba mi padre y lo que decían la televisión.
Las fotos de antología, tanto Edson Dorantes como Maradona bajo el sol de la Ciudad de México en el Estadio Azteca. Diego flotaba en el aire empujando el balón con la rodilla, dando una zancada con gran impulso. Del otro lado, Pelé alzado por Jarzinho, el brasieño con el puño en alto festejando un gol que sentenciaba la final del mundial del 70.
¿A quién se le ocurrió que se podía tapar un astro con otro astro?
me aventé a la cama. ‘¿Maradona o Pelé?’ pensé mientras miraba el techo y sentía el viento que entraba por la ventana que movía suavemente un foco que colgaba del techo.
“¡Ya sé!”- grité en silencio y salté de la cama, corrí por un listón y tomé un lapicero, hice un orificio en el póster y pasé el cordón por el medio para amarrarlo al foco. El viento hacía su trabajo, giraba el póster de un lado en el lugar que se merecen ambos, en lo alto, sin eclipsarse el uno del otro.