
La vida es una constante toma de decisiones. Algunas decisiones las tomamos sin pensar y sin consecuencias, como elegir qué bebida acompañará nuestra comida; otras tantas más premeditadas y según el resultado viviremos emociones de todo tipo.
Hay decisiones a corto plazo, pero también las que te acompañan contigo toda la vida. Unas inclinadas por lo que sentimos y otras por lo que pensamos. Elegir al equipo con el que te identificas se elige con el corazón y con el tiempo uno es consciente de cómo será el resto de nuestra vida.
Unos eligen el camino fácil y apoyan a un equipo ganador, al que constantemente es protagonista, los que ganan casi cada semana, tienen el presupuesto más amplio y contratan los refuerzos de lujo cada temporada. Y no es de asombrarse que sean los equipos con más afición.
Pero a mi lo fácil no me va, yo elegí otro camino. Soy del equipo que lucha, de la institución humilde y el presupuesto corto. El equipo que pelea cada temporada por no descender. Entendí a ver el fútbol de otra manera, entendí que la victoria o derrota es igual de admirable si se deja el alma en el campo. No hay mayor prueba de amor que la de un hincha que sabe que el error es parte de la vida y que la vida se disfruta cuando a pesar de las adversidades lo diste todo.
Seguro que en la vida tomarás otras y más importantes decisiones; no obstante, en este camino no hay divorcio, malos momentos sí, pero el lazo que siempre estará ligado a uno, nos acompañará año tras año, temporada tras temporada.